jueves, 17 de febrero de 2011

El Nuevo Nacimiento

Disertación pronunciada por Billy Graham en laUniversidad de Cambridge en el año 1961.

Una de las más sorprendentes afirmaciones salidas de los labios de Jesucristo fueron estas palabras que dirigió al sabio Nicodemo: “El que no naciere otra vez no puede ver el reino de Dios”(Juan 3:3).

Si Jesús hubiera dicho: “A menos que usted, Nicodemo, nazca otra vez”, podríamos considerar que la afirmación no viene al caso, que fue una afirmación dirigida a un individuo y que no tiene aplicación general. Pero Jesús dijo “el que no naciere”, lo que indica cualquier hombre, en cualquier lugar, en cualquier tiempo.

Algunas personas prefieren creer que el nuevo nacimiento es un requisito para entrar al cielo que Dios pone solamente a las personas incultas. Pero Jesús no dijo: “El hombre malo que no naciere otra vez”. El dijo: “El que no naciere otra vez”. En verdad, Cristo dirigió estas palabras a un hombre muy respetado, a Nicodemo. Nicodemo era fariseo, miembro de la secta más estricta de los judíos.

No solamente era miembro de esta secta, sino que era oficial de ella, miembro del cuerpo de los gobernantes de los judíos. Esto quiere decir que él satisfacía las exigencias culturales, físicas y religiosas de su tiempo.

Nicodemo practicaba fielmente su religión: ayunaba, guardaba el sábado, oraba, diezmaba y creía firmemente en las Santas Escrituras. En nuestros tiempos sería un miembro respetable de cualquier iglesia. En cuanto a la cultura y la etiqueta, se portaba correctamente. Era la personificación del decoro. Sin embargo, Jesús incluyó a Nicodemo cuando le dijo: “El que no naciere otra vez no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

Nicodemo no demoró en hacer la pregunta que muchos me han dirigido también a mí: “¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo?” No le interesaba tanto el nuevo nacimiento como la manera en que se realizaba. Quiso mirar el asunto objetivamente más que subjetivamente. Preguntó: “¿Cómo puede el hombre…? Más bien que ”¿Cómo puedo yo…?” Prefería discutir el nuevo nacimiento más que experimentarlo.

Hay muchas personas hoy en día que insisten en entrar en el reino de Dios por medio de la cabeza antes que por medio del corazón. Insisten en estar convencidos antes de convertirse. No deseo desalentar al que sinceramente busca la verdad. Invitamos a que se proceda a la investigación. Pero con frecuencia, el hombre que pone en tela de juicio todo lo que Jesucristo ha dicho, está procurando evitar la verdad más que descubrirla.

Si usted tiene que entender toda la técnica de la radio, antes de sintonizarla, probablemente nunca llegará a escucharla. Si usted espera hasta entender perfectamente la técnica de la televisión es probable que nunca va a ver un programa en ella. Si usted se niega a viajar en un avión sin antes tener una licencia de piloto y saber todo lo que hay que saber en cuanto a sus motores, sus instrumentos, etc., es muy probable que nunca hará el viaje.

Se ve que el nuevo nacimiento no es algo que usted pueda hacer por sí mismo… es algo que tiene que ser hecho por Dios. La parte que a usted le corresponde es la de creer y recibir, más que comprender y hacer. ¿Le parece muy extraño esto? Cada día permitimos que otros hagan por nosotros lo que no podemos hacer nosotros mismos y no hay necesidad de que entendamos cómo se hacen estas cosas.

Por ejemplo, usted necesita una operación quirúrgica.

¿Qué hace? Primeramente acepta el diagnóstico de su médico. Luego se pone en manos de su cirujano sin reserva. ¿En qué forma lo beneficiaría saber precisamente cómo el cirujano va a operar? ¿Le ayudaría a usted recibir un anestésico local para poder mirar al cirujano durante la operación y darle consejos?

Por supuesto que esto serviría para estorbar, más que para ayudar. Si usted está enfermo, lo sabe y busca ayuda de una persona que es capaz de ayudarlo; pone usted su caso en las manos de ella. Ella hace por usted lo que usted no puede hacer por sí mismo.

La objeción que hacen con más frecuencia en cuanto al nuevo nacimiento es la presencia del elemento misterioso. “¿CÓMO PUEDEN SER ESTAS COSAS?” me preguntan. “¿Cómo puedo creer algo que no entiendo? me preguntó un estudiante. Naturalmente el estudiante razona dentro del contexto de libros de texto y de pruebas; pero debe saber que la vida no puede limitarse a libros y a pruebas, a fórmulas y ecuaciones.

¿Cómo se demostraría en el laboratorio el amor de una madre? El amor no es tangible pero es real. En cierto sentido es etéreo, pero es una cosa que podemos experimentar y sabemos que existe.

¿Cómo probaría usted que la esperanza existe eternamente en el corazón humano? ¿Se puede realmente demostrar por medio de las leyes de la ciencia que tal cosa como la esperanza humana existe? Yo lo dudo. Sin embargo la esperanza es un esfuerzo que impulsa a la industria, edifica naciones y vivifica la raza humana.

Este elemento de misterio existe en toda la vida. Quién puede explicar cuál existió primero: ¿el huevo o la gallina? ¿Quién puede explicar el milagro de la vida física? Ni el más sabio especialista en obstetricia puede hacer que sea racional el milagro del nacimiento físico. Éste es algo que podemos aceptar como real pero incomprensible.

La vida no se presta para conformarse a las pequeñas matrices de nuestro raciocinio limitado. En el “libro de la vida” no se encuentran las contestaciones a todas las preguntas y problemas en la parte final, como sucede en un libro de texto de aritmética, por ejemplo.

“El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). La vida consiste en una serie de renacimientos y nuevos despertares.

La niña que hace poco jugaba con sus muñecas un día cruza el umbral de la pubertad y experimenta un nuevo nacimiento. Su atención pasa de las muñecas a los jovencitos. La naturaleza ha obrado un cambio en ella, la ha transformado.

Ella cambia en apariencia, cambian sus deseos, y también cambian sus compañeros. Un milagro, dice usted. Sí, pero es un milagro perfecto y natural. Ella pasa, casi en un instante, del reino de la niñez al reino de la juventud.

Conozco a un soltero que por muchos años vivía encerrado en un cascarón de egoísmo.

A él no le importaban ni su apariencia ni sus modales. Pero un día se enamoró de una señorita muy hermosa. De repente comenzó a ponerse corbata y a enviar a planchar sus ropas con frecuencia. Compró un automóvil y un traje nuevo. Sus amigos comenzaron a preguntarse: “¿Qué pasa con Tomás?” Pues Tomás había descubierto el reino del romance; había experimentado un nuevo nacimiento.

¿No es maravilloso observar a otros cuando están experimentando estos períodos de despertamiento? Ese joven que deja de soñar y se dedica a conseguir una educación, esa víctima del alcoholismo que de repente se da cuenta de su condición y vuelve a poner sus pies en el camino de la sobriedad y la decencia, el holgazán que se esfuerza por hacerse digno de ser llamado hombre… todas estas personas descubren un reino que vale la pena conseguir mediante cierta clase de renacimiento.

La naturaleza está repleta de ejemplos maravillosos del nuevo nacimiento. Cada ejemplo es una maravilla, contiene su elemento misterioso.

Consideremos a la insignificante oruga; toda su fama se limita al hecho de que a un tractor se le dio el nombre de tractor oruga. Parece que su vida es vacía e inútil. Vive amenazada por hombres, bestias y aves. Pero un día este animal inútil trepa a un árbol y la naturaleza lo envuelve con un vestido fibroso.

Duerme, y en unas cuantas semanas el vestido fibroso estalla y de este capullo de oruga sale una nueva criatura alada, hermosa, resplandeciente. “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17b). Esta nueva criatura en forma de mariposa vuela de una flor a otra muy por arriba de los peligros que antes la amenazaban cuando era oruga.

El mundo natural está lleno de analogías del nacimiento espiritual. Todas hablan elocuentemente al hombre, quien por su naturaleza, se inclina al mal, y le dicen que está a su alcance una vida superior, mejor, triunfante. La Biblia dice: “Tú le hiciste un poco menor que los ángeles, coronástele de gloria y de honra” (Hebreos 2:7a).

Mire al hombre normal y verá que padece de algún mal: está desalentado e infeliz, su conciencia lo azota; está mutilado por la pasión y dominado por el egoísmo; es poco amistoso y hostil; confuso, deprimido y miserable… ¿Es ésta la criatura de la cual la Biblia dice: “Tú le hiciste un poco menor que los ángeles; coronástele de gloria y de honra”? ¡El hombre, nos parece, no tiene gloria y muy poco honor! ¡Algo no anda bien!

Un joven dominado por la lujuria me dijo recientemente: Supongo que nací en el mal. Le repuse: Si señor, todos nosotros nacimos pecadores… por eso Jesucristo dijo: “Os es necesario nacer otra vez”.

La vida nueva que vino a la niña, al soltero y a la oruga, es resultado de la ley natural. Pero el nacimiento espiritual al cual Jesús se refirió, es diferente, al menos en un aspecto: no es una cosa que el hombre forzosamente tenga que aceptar como consecuencia de eventos naturales. Sí, para recibir el nuevo nacimiento, usted tendrá que quererlo.

El hombre, por su propia voluntad, se apartó de Dios. Si vuelve a Dios, tendrá que hacerlo por una decisión deliberada, por un acto de su voluntad. Dios ya ha hecho su parte para que usted pueda experimentar el nuevo nacimiento, pero hay una cosa que él no quiere forzar… la voluntad de usted. Él le ofrece a usted una vida nueva, pero no lo obliga a usted a aceptarla.

A los millones de personas que todavía no han creído y aceptado la vida que Cristo, con sincera compasión, quiere darles, él les dice: “Y no queréis venir a mí, para que tengáis vida” (Juan 5:40).

En el último libro de la Biblia el espíritu de Dios aboga por un rendimiento de la voluntad, porque de este punto depende nuestro destino eterno. “… y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17 R.V.R.).

Cristo vivió, murió y volvió a vivir. Estos hechos están suficientemente establecidos. En las palabras del apóstol Juan: “En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). Resulta ésta, una afirmación que ha sido verificada en la experiencia y en la historia de la humanidad.

En la Catedral de San Pablo en Londres, hay un cuadro pintado por Holman Hunt que se titula “Cristo, la Luz del Mundo” y que representa a Jesús esperando ante una puerta. Poco después de realizado este cuadro, un crítico llamó la atención del artista sobre el hecho de que no había nada con qué abrir la puerta en la parte exterior. “Lo pinté así a propósito” le respondió el artista, “pues la puerta no se abre sino desde adentro”.


viernes, 11 de febrero de 2011

PRIMER CULTO EN DULCE PRESENCIA

Estas son las imágenes de nuestro primer culto en nuestra IGLESIA, a pesar de que era el primero pero se sintió la mano de Dios solo crean en esto Dios tiene algo grade para DULCE PRESENCIA y que bendición que sea Usulutan testigo de lo que Dios va hacer aquí les dejo algunas Imágenes de este DÍA

El Ministerio de Alabanza ministrando la adoración al gran REY!!



En esta imagen podemos ver que la Iglesia esta adorando al Rey y Señor de nuestras vidas



martes, 8 de febrero de 2011

Como alcanzar los sueños de Dios.

Hay sueños que provienen del corazón de Dios y hay sueños nuestros. Los sueños nuestros pueden ser alcanzados a través de nuestra capacidad humana, a través de nuestros recursos e influencia. Los sueños de Dios son alcanzados a través del poder de Dios.

La palabra de Dios a Zorobabel fue: “No es con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu...”. La tarea que Zorobabel tenía que llevar a cabo era titánica y Dios le advierte que si él descansaba en su habilidad para alcanzarla, el propósito no se lograría.

“No es con fuerza”, dice el Señor. Esta declaración de la fuerza hace referencia a un arco cuando está siendo estirado. El arco es un arma de guerra, un instrumento hecho de material que tiene su límite cuando se estira. Además de las limitaciones en el arco, hay limitaciones en la fuerza de la persona que estira el arco.

La fuerza humana o “instrumentos” humanos nunca serán suficientes para alcanzar los sueños de Dios. Cuando comparamos nuestra fuerza con la fuerza de Dios, no hay comparación, cuando comparamos nuestros “arcos” con el “arco de Bronce”, el arco de Dios, nuestros instrumentos son débiles, y con muchas limitaciones.

Dios también le dice a Zorobabel, “No es con ejército”. Un ejército es un grupo de hombres, un grupo de soldados a la disposición de un capitán. La palabra ejército también puede ser interpretada como recursos, influencia, dones o habilidad. Nada de esto es suficiente le dice Dios a Zorobabel, necesitas el poder de Dios.

Es obvio que el Señor utilizará nuestras habilidades y recursos pero nunca serán suficientes, nos quedamos cortos cuando sólo dependemos de ellos.
Si en este momento tú haces un inventario de tus recursos, habilidades e influencia y decides que puedes lograr el sueño que hay en tu corazón, ese es un sueño tuyo, esto de ninguna manera quiere decir que el sueño sea malo, hay sueños buenos que pueden ser logrados con sólo nuestra habilidad y recursos.

Los sueños de Dios, en cambio, parecen imposibles de alcanzar cuando los comparamos con nuestra habilidad. Cuando logramos los sueños que Dios puso en nuestro corazón, nos damos cuenta que Él es el digno de la gloria y el reconocimiento, nosotros sólo somos instrumentos en sus manos.

Un día me encontraba leyendo en la sala de mi casa y llegó mi hijo Adrián. Él era pequeño aún y llevaba en sus manos un arco y una flecha, posicionó la flecha, estiro el arco y apuntó hacia donde yo estaba. En ese momento pensé que me sacaría un ojo pero realmente la flecha ni siquiera llegó a donde yo estaba. Después de eso le pedí el arco y le hice algunos ajustes. Al terminar salí con mi hijo al patio de la casa, le pedí que tomara el arco y se preparara para lanzar la flecha, pero antes de que lo hiciera puse mis manos encima de sus manos y juntos estiramos el arco. En el momento de lanzar la flecha voló mucho más alto y lejos que lo que él había logrado en su propia fuerza. La flecha cruzó el patio de nuestra casa y cayó del otro lado de la calle. Mi hijo estaba sorprendido de la hazaña.

Esto es lo que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros. Seremos sorprendidos cuando Él ponga sus manos sobre nuestro arco débil.

No importa cuan grande sea nuestro talento o nuestra habilidad, los sueños de Dios se alcanzan con el poder de Dios.
No importa que tan pocos o vastos sean nuestros recursos. Los sueños de Dios se alcanzan con los recursos de Dios.
¿Estás confiando en El?

Escrito por Jesús Adrián Romero.